Cuando una organización no tiene claro hacia dónde va, cualquier camino es bueno para llegar a ninguna parte. Es decir que no importa cuánto talento capacitado tengan. Si no son capaces de identificar hacia dónde van, jamás estarán mejor de lo que hoy están.

Claro que existen algunas organizaciones a las que les va muy bien (aumentan ventas, bajan costos, suben los resultados) y a ellas, no tener claro hacia dónde van parece no preocuparles. Sin embargo si siguen haciendo lo mismo que hoy, mañana el viento de la suerte tal vez pueda cambiarles.

Si tu organización no tiene una brújula que les ayude a identificar el norte y si no tienen indicadores que marquen si se avanza en la dirección correcta, solo pueden seguir confiando en la suerte.

Este siglo se está caracterizando por el vertiginoso desarrollo del conocimiento y de la tecnología. Sin embargo, algunas organizaciones -aunque exitosas y líderes en su mercado– siguen utilizando la misma metodología que se utilizaba hace 50 años para elaborar planes estratégicos.

Visión: Erróneo criterio de creación

Quien no tiene claro el proceso estratégico, comienza creando una Visión que deberá ser cumplida en el futuro (es decir, dentro de 5 años, al finalizar el Plan Estratégico). Pero este futuro es totalmente desconocido y la organización no tiene ninguna información sobre el mismo.

¿Eso es crear una Visión? ¿O es una fantasía?

Tal vez pura brujería…

FODA: Cómo equivocarse profesionalmente

El análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas solo analiza el estado actual, el hoy de una organización.

El profesional que utiliza esta metodología para crear objetivos que van a ser logrados en 5 años y los inserta en un Plan Estratégico comete un serio error que pone en peligro el futuro de la organización.

¿Por qué?

Porque las debilidades y las amenazas no deben esperar 5 años para ser mitigadas o extirpadas. Porque las fortalezas y las oportunidades corren igual suerte.

Es decir que el FODA solo es útil para crear objetivos a ser ejecutados en el POA (Plan Operativo Anual) pero no para crear objetivos a tan largo plazo.

¿Conoces la historia del pez que no quiso evolucionar?

Había una vez, una asamblea convocada por la tortuga de mar. Aunque el nivel de las aguas en el mar era suficiente, había descendido en los últimos años y eso inquietó a la tortuga. Por eso mandó llamar a la comunidad de animales de la vecindad para trasladar sus conclusiones:

“Amigos, imagino que habrán visto que cada vez hay menos agua. Sé que aún no parece nada serio, pero he visto este mismo proceso con anterioridad en otras zonas de la Tierra y me imagino que se aproximan siglos de dura sequía. Los he convocado porque afortunadamente todavía nos queda mucho tiempo y podremos superar esto sin problemas si empezamos a actuar desde hoy. Para que sobrevivan nuestras especies, tenemos que evolucionar. Cada día, estaremos unos minutos fuera del agua; el que no pueda, que empiece por unos segundos y, poco a poco, que vaya ampliando. Debemos hacerlo una y otra vez y enseñarlo a las generaciones venideras para que cada especie evolucione con el tiempo y así lograr que todos podamos mantenernos en un entorno sin marismas. Debemos también cambiar nuestros hábitos de alimentación y cada día ir comiendo algo que no esté en el agua, hasta que acostumbremos a nuestro cuerpo a digerir plantas del exterior”.

No sin ciertos temores, todos empezaron con el largo y concienzudo plan de acción. En unas decenas de generaciones, lograrían respirar fuera del agua, alimentarse con comida que crece en la tierra y hasta podrían moverse fuera del ámbito acuoso.

Todos menos el barbilla, uno de los peces históricos de las marismas, que se negó a participar en este proceso. Convencido de la exageración de la tortuga, el barbilla no hizo caso. Veía descender las aguas, pero mantenía la visión de que algunas lluvias arreglarían a tiempo el problema. Al cabo del tiempo, el barbilla agonizaba, delgado, sin poder moverse y lloraba su desgracias.

Justo entonces pasó la tortuga a su lado y le dijo: “Tuviste la misma oportunidad que los demás. En este mundo de cambios constantes evolucionar no es una opción, es una obligación para sobrevivir. Hace mucho, mucho tiempo, yo era un pez estúpido como tú y también me llegó la oportunidad de evolucionar. Aunque me presté a ello, no lo tomé en serio y es por eso que soy así de torpe sobre tierra; me temo que jamás llegaré a volar y apenas me desenvuelvo con soltura bajo el agua. Durante años eché la culpa a la mala suerte y ahora ya he aprendido que soy yo el único responsable, pues cuando la realidad me mandaba sus señales me empeñé en no hacer caso, en no cambiar nada en mí y casi me quedo fuera de este nuevo mundo.”

La tortuga se marchó y el barbilla murió en el barro. El barro de los que no quieren cambiar; el lodo de los mediocres que, embriagados por la abundancia de hoy, no saben ver la necesidad de cambio, de evolución, para seguir existiendo mañana.

Evolucionar estratégicamente… o desaparecer

Igual que el pez, hay muchos directores y gerentes que -aun viendo las nuevas exigencias y tendencias que habrá que afrontar en el futuro inmediato- no asumen la evolución como necesidad profesional inminente.

Son los que esperan pasivos que, al final, una lluvia milagrosa acabe por volver a poner las cosas como antes. No entienden que -en el entorno competitivo actual- nunca nada es como siempre, pues las empresas -por fuertes o competentes que sean hoy- pasarán a engrosar la lista de los extinguidos por quedar desfasados de su mundo.

Te invitamos a analizar una forma de evolucionar incorporando rigor científico en la Planificación Estratégica de tu organización:
https://www.tablero-decomando.com/socios/formulario.asp?f=600